Lamentamos profundamente el estrepitoso fracaso de la política de seguridad ciudadana de la Gobernación del Delta Amacuro, así como de las 4 Alcaldías existentes en nuestra geografía, fracaso que pudiéramos describir como la omisión más letal en políticas públicas, que deja como víctima a las familias deltanas tocadas por la ola de delincuencia nunca antes vista en nuestro Delta y evidencia las falencias más ominosas que gobierno alguno pueda infligir a nuestra sociedad.
La situación de inseguridad y violencia en nuestro Delta se ha agravado en los últimos 3 años de gestión de la gobernadora Lizeta Hernández, aunque este clima de inseguridad es parte del estado de zozobra que acompaña a los ciudadanos de este país desde la llegada del presidente Chávez a Miraflores, condición que es más escandalosa en nuestro Delta. Nuestra familiaridad deltana, la cultura de paz y trabajo de nuestros coterráneos produjo durante décadas un territorio seguro, interrumpida, a veces, por actos fortuitos, muchas veces jocosos. Ahora somos víctimas, sin discriminación por afiliación política o condición social, de una criminalidad desbordada, cuya causa principal estaría en el tráfico de drogas, la impunidad cínica en la persecución de los casos de corrupción, falta de independencia de los tribunales, aunado a la crisis en el sistema de administración de justicia, la cual se profundizó en los últimos 13 años, y el Delta no escapa de esta realidad; la deserción escolar, la falta de empleos a menos que nos rindamos ante al gobierno, la falta de espacios de recreación y esparcimiento, y los que hay son insuficientes o se encuentran en malas condiciones, la falta de políticas de prevención, monitoreo y persecución de quienes delinquen, el desmantelamiento de las policías, a pesar de los paños calientes que de vez en cuando el gobierno les asigna, pero no es producto de una política integral, etc.
Es público, notorio y comunicacional el incremento de la tasa de homicidios en el Delta, la tasa de robo se ha disparado inescrupulosamente, y el gobierno regional ha sido incapaz de resolver estos problemas; hay un creciente aumento del tráfico de armas ilegales en el Delta, en Venezuela circulan 12 millones de armas de fuego, cuántas en el Delta?; la corrupción generalizada es un mal que no escapan las instituciones encargadas de brindar seguridad. Tucupita es una ciudad pequeña y no nos explicamos el nivel de crímenes que están ocurriendo en las narices de las instituciones; los deltanos sabemos que hay un creciente incremento del tráfico de drogas y la impunidad es alarmante en este tema; y lo peor, nuestras policías no cuentan con los elementos científicos, técnicos y operativos para enfrentar a los delincuentes, aunado a la pérdida de la confianza de los deltanos en las instituciones de policía, de allí que muchos crímenes quedan en el anonimato y son caldos de cultivos para la comisión de otros de mayor envergadura.
Cortesía: Notidiario
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Ahora los deltanos vivimos aterrorizados y alertamos al pueblo a no perder la esperanza por un futuro mejor que supere el actual estado de cosas negativas que inciden en nuestro progreso, y el progreso de nuestro pueblo pasa en que el nuevo Gobierno de Henrique Capriles Radonski se vuelque contra la criminalidad, la violencia y la impunidad, objetivo que el Dr. Arévalo Salazar encarna en el Delta Amacuro, por ello un equipo de profesionales establecen las líneas de acción en conjunción con el Programa de Unidad Nacional firmado en su oportunidad por todos los precandidatos de las Primarias de la MUD.